En medio de las mil dificultades de este año, han nacido -y siguen naciendo- muchas experiencias
extraordinarias: la dedicación hasta el sacrificio de tantos padres, médicos, enfermeros, profesores y
voluntarios; el empeño particular de empleados, profesionales y empresarios para garantizar bienes
y servicios indispensables; la fuerza paciente de quien debe afrontar la suspensión temporal de sus
propias actividades, con consecuencias aún poco claras. Son muchísimas las personas que no se han
dejado llevar por la resignación o las quejas.
Que la edición especial del Meeting en este año tan dramático haya podido ser un signo de esperanza, ha sido una sorpresa que nos ha llenado de gratitud: no podíamos prever que tantas personas
invitaran amigos, conocidos y desconocidos a participar -en pequeños grupos o en las plazas organizadas en cada ciudad- en los testimonios y las reflexiones, en los espectáculos y las exposiciones que el
Meeting quería ofrecer, para que el Bien y la Belleza pudieran abrir nuevos horizontes en un mundo
que corría el riesgo de cerrarse y ofuscarse.
Son estas miles de experiencias, a menudo secretas, y la experiencia de tantos amigos del Meeting
que han dado vida al título de la próxima edición: “El coraje de decir ‘yo’”. Es un extracto del diario
del filósofo danes Søren Kierkegaard, que en esas paginas reflexiona sobre la incapacidad común de
expresar de un modo personal las propias convicciones más profundas y la dificultad de compartirlas,
que termina por crearle un espacio a una especie de indiferencia general con respecto a las preguntas
más importantes y más decisivas para la vida de cada uno. Estas consideraciones han sido mencionadas en distintas ocasiones por el reverendo Luigi Giussani, que siempre ha subrayado la urgencia de
buscar una consistencia del propio “yo” para poder encontrar una realización de la propia vida, una
respuesta al deseo de felicidad, de belleza, de justicia. Para convertir la propia vida en algo útil para
todos.
En este momento histórico que estamos atravesando, casi todo ha perdido su obviedad y no podemos dar nada por supuesto. El futuro está lleno de incertezas que van desde la propia situación personal hasta escenarios geopolíticos cada vez más imprevisibles. Con mayor razón se nos pide responder
con todo nuestro ser a los nuevos desafíos que encontramos, entrar en diálogo constructivo sobre las
preguntas existenciales, sociales, culturales y económicas que emergen y crecen con urgencia, crear
nuevas soluciones y nuevas propuestas al interno de un escenario histórico sin precedentes. Hemos
llegado a un momento que nos quita definitivamente la ilusión de poder vivir sin una consciencia de
nosotros mismos.
Esta crisis, como cualquier crisis, nos hace tomar consciencia de quienes somos. Y afrontar con coraje
una pregunta: ¿mi “yo” va simplemente a la deriva de las circunstancias, favorables o contrarias, o
tiene una consistencia que lo hace capaz no solo de resistir, sino de madurar entrando en la realidad
así como se presenta? Es una paradoja, el individualismo que ha marcado esta época hasta convertirse
en narcisismo, nace justamente de la incapacidad de decir “yo”, de no querer reconocer las relaciones
que permiten al “yo” conocerse y madurar. De no querer ir en profundidad en las relaciones que le
permiten expresarse a través de sus talentos y crecer como parte activa en la vida de los otros.
Cada relación es un compromiso e incluso una provocación, y es esta la razón por la cual somos
tentados por el individualismo. Pero, ¿no es precisamente en este compromiso donde el “yo” renace,
se vuelve cada vez más él mismo, siguiendo el propio deseo de una felicidad que dure y que no sea
condicionada o mortificada por las circunstancias de la vida? El “coraje de decir ‘yo’” implica el coraje
de reconocer un “tú” que me genera, y construir un “nosotros” que yo sostengo y que me sostiene.
No sorprende que tantas llamadas a una mayor solidaridad, a algo que supere las diversas formas de
individualismo, se queden sin ninguna respuesta. Es justamente el descuido de nuestro “yo” lo que nos
quita el ímpetu de entrar en relación con los demás y con el mundo. En cambio, el coraje de decir “yo”
nos permite descubrir la potencia del deseo de Bien que reside en nuestro corazón, generando un verdadero sentido de responsabilidad, una capacidad el diálogo orientado a valorar las cosas positivas,
incluso a escondidas, una creatividad capaz de arriesgar junto a los otros.
“El coraje de decir ‘yo’” es la raíz de una vida cultural rica y profunda, es la raíz de una sociedad civil
capaz de dar un nuevo vigor a los cuerpos intermedios como una forma de compartir libre y responsable - única alternativa a una masa de individuos sin personalidad, gobernados por un poder cada vez
más personalistico.
Todo esto nos ha llevado a escoger este título: es una invitación a redescubrir la grandeza de la propia
vida, para que a través de la responsabilidad, el diálogo y la creatividad pueda ser más plena y más
rica. Y así poder enriquecer la vida de todos.